Como es sabido, nuestro vecino Marte tiene dos pequeños satélites. Lo que es menos conocido es que estos días se cumplen 145 años de su descubrimiento.
Ambas lunas son poco más que pedruscos, con un tamaño de unos pocos kilómetros y una forma irregular, que nos recuerda a la de una patata. El más grande de los dos, Fobos, tiene unas dimensiones (27x22x19 km) que casi doblan las de Deimos, el más pequeño (10x12x16 km). Además, Fobos se encuentra orbitando Marte a una distancia tres veces menor que a la que lo hace Deimos. Su pequeño tamaño hace que, a pesar de estar muy cercanos al planeta, muestren un aspecto puntual desde la superficie marciana, análogo a como vemos Venus desde la Tierra. Y eso cuando son visibles, que, debido a sus reducidas dimensiones, permanecen la mayor parte del tiempo inmersos en el cono de sombra que proyecta el planeta. Vamos, ¡que no nos estamos perdiendo un gran espectáculo por no estar ahora mismo en Marte!
Los dos cuerpos son muy oscuros, literalmente más negros que el carbón (no fiarse del brillo, en falso color, de la figura de arriba), y tienen una superficie craterizada. No son muy densos (más o menos el doble que el agua) y si estuviéramos sobre ellos pesaríamos ¡unas 1000 veces menos! Un astronauta que se encontrara pisando su superficie y diera un salto ... ¡se escaparía al espacio!
Durante muchos años, por sus dimensiones y su forma, se ha pensado que ambos cuerpos eran asteroides que fueron capturados al pasar por las cercanías de Marte. Sin embargo, en los últimos años otra teoría está cogiendo fuerza: nuevas mediciones parecen indicar que los dos satélites formaban parte de una luna primigenia de mayor tamaño que posteriormente se fragmentó, posiblemente debido al impacto con un asteroide. Fobos y Deimos serían los únicos restos que han quedado de dicha luna.
Su descubrimiento se debe al astrónomo americano Asaph Hall, por aquel entonces director del Observatorio Naval de los Estados Unidos (USNO). Tras observar la rotación de Saturno se centró en la observación sistemática de Marte, durante su oposición, con el fin de explorar la posible existencia de satélites. Para ello utilizó el gran refractor de 66 cm, el mayor de la época. Pronto su tesón se vio recompensado y en agosto de 1877, apenas en el plazo de una semana, descubrió primero Deimos (el día 11) y días más tarde Fobos (el 17).
El nombre de ambas lunas, como tantas otras cosas en astronomía, tiene su origen en la mitología griega. Fobos (miedo) y Deimos (terror) eran los hijos del dios de la guerra, al que acompañaban a la batalla. El padre de las criaturas, Ares, tuvo en Marte su equivalente en el panteón romano. Como es bien conocido, en su honor el planeta rojo, precisamente por su apariencia rojiza que recordaba a la sangre, recibió su nombre.
Como hemos visto, no todo en agosto tiene que ver con las Perseidas ...