lunes, 25 de agosto de 2025

Eclipse total de Luna: 7 septiembre

En apenas dos semanas, el próximo domingo 7 de septiembre, siempre que las condiciones climatológicas lo permitan, podremos disfrutar de un eclipse total de Luna, el segundo de este 2025. Sin embargo, hay ya que adelantar que no será un eclipse muy favorable para su observación, como ahora explicaremos.

El eclipse empieza con la Luna por debajo del horizonte, por lo que nos perderemos buena parte del fenómeno, concretamente poco más de la mitad. Además, el Sol se pondrá más o menos al mismo tiempo, por lo cual el cielo será muy brillantes al no haberse hecho todavía de noche. Sin embargo, aún así podremos disfrutar de un cuarto de hora de totalidad, aunque como digo, con la Luna muy baja y con poco contraste en el cielo del atardecer. En el momento en que acaba la totalidad, apenas se encontrará a 6º sobre el horizonte. Por ello, para disfrutar al máximo del eclipse deberemos observarlo desde un punto alto con el horizonte Este despejado. Eso sí, acabada la totalidad todavía tendremos una hora de parcialidad, que sin ser tan espectacular, sigue siendo un fenómeno "poco" frecuente e interesante. A continuación se muestran los datos para Burgos, cortesía del Instituto Geográfico Nacional

 

 

 

Para aquellos que quieran entender mejor cómo se producen los eclipses lunares les recomendamos leer esta entrada que escribimos hace unos años donde se explica este fenómeno con más detalle. Como sabemos, la coloración del eclipse (en su máximo) cambia en cada ocasión ya que depende de cómo esté la atmósfera terrestre. En este momento hemos tenido (y por desgracia, aún no se ha terminado del todo) muchos incendios, algunos de ellos muy importantes. Este hecho, que lleva acumulando humo y cenizas en la atmósfera, seguramente influirá en el aspecto que la Luna nos mostrará durante la totalidad. Aprovechamos también estas líneas para expresar nuestra solidaridad y cariño a todos los afectados de los incendios, especialmente de Zamora, Orense y León

domingo, 10 de agosto de 2025

Explosiones estelares: las supernovas (I)

El pasado 14 de julio, hace ya prácticamente un mes, se descubrió la supernova (SN) más brillante en lo que llevamos de 2025. En dicho momento la SN, catalogada posteriormente como SN 2025rbs, estaba en magnitud 14, todavía en fase de ascenso. El pico de su curva de luz lo alcanzaría días después, llegando a una magnitud de 11,9, bastante asequible para nuestros telescopios. La SN en cuestión explotó en la galaxia NGC 7331, una bonita espiral, cercana, situada a unos 40 millones de años luz en la constelación de Pegaso. Se trata de un objeto Caldwell (C30), la "extensión" del más conocido catálogo Messier, rodeado de otras galaxias más pequeñas, que nos recuerda un poco a la visión de la galaxia de Andrómeda. 
 
Esta galaxia es también conocida por estar muy cerquita del célebre Quinteto de Stephan y precisamente observando este último el pasado noviembre, pude obtener algunas imágenes del campo de NGC 7331 útiles ahora para comparar con las observaciones de hace un par de semanas, con la SN próxima a su máximo brillo. La SN explotó muy cerca del núcleo y en exposiciones breves era muy fácil de ver, con una luminosidad comparable a la de la propia galaxia. Sin embargo, al procesar las imágenes para mostrar la estructura espiral de la galaxia, la luz de la SN se pierde, fundiéndose con la parte central de NGC 7331. He intentado hacer el mínimo procesado posible para encontrar un equilibrio e intentar conservar el brillo de la SN, aunque no resulta del todo evidente. Sin embargo, en el negativo de una imagen sin tratar se puede distinguir claramente.
 
 
SN 2025rbs en NGC 7331 observada por nuestro socio Javier desde nuestros observatorios en Quintanarraya.
 
 
La SN 2025rbs es una SN de tipo Ia, producida en un sistema binario en el que una enana blanca "chupa" (acreta) el material de su compañera, en una imagen similar a los dementores de la saga de Harry Potter cuando tratan le chuparle el alma. La enana blanca es un objeto muy compacto, etapa final de la evolución de una estrella de tipo solar. Para hacernos una idea, una enana blanca con la masa del Sol ocuparía un tamaño tan pequeño como el de nuestro planeta, con una densidad casi 350 veces mayor. Pues bien, la enana blanca atrae el gas de la parte externa de su compañera, mucho menos denso (menos ligado gravitacionalmente a su estrella), acumulándolo y compactándolo sobre su superficie. Al llegar a una cierta masa (en torno a 1,4 masas solares), el llamado límite de Chandrasekhar, la presión de los electrones no es suficiente para contrarrestar su propio peso y la enana blanca se calienta lo suficiente como para empezar a fusionar protones y electrones de manera incontrolada, liberando una gran cantidad de energía: la enana blanca ha colapsado y ha explotado originando una supernova y un remanente todavía más compacto, una estrella de neutrones
 
La energía liberada en la explosión es siempre la misma, por lo que comparando el brillo intrínseco con el observado podemos calcular la distancia a la que se ha producido la SN. Es como si observáramos la misma bombilla a diferentes distancias. Por este motivo, se dice que las SN Ia son candelas estándar: son suficientemente brillantes para observarse en galaxias lejanas y con ello poder determinar su distancia a escalas cosmológicas (intermedias), que de otra forma sería muy difícil.
 
 
 
 SN 2023ixf en uno de los brazos de la conocida galaxia M101 que explotó hace un par de años.
 

Otra SN todavía más brillante (en su máximo llegó a alcanzar la magnitud 10,9) fue la SN 2023ixf, que explotó en 2023 en una de las galaxias más conocidas del cielo: M 101. En este caso no explotó cerca del núcleo sino en una región de formación estelar en uno de sus brazos, por lo que pudo observarse perfectamente. Además, M 101 está más cerca que NGC 7331, a unos 25 millones de años luz. A pesar de estar bajo un cielo muy luminoso debido al humo del volcán Etna, pude llegar claramente a identificar la SN. En este caso se trató de una SN de tipo II, originada por el colapso de una estrella masiva: sería el final de Betelgeuse, ya explicado con mayor detalle en entradas anteriores

Tanto por la curva de luz como por su espectro ambos tipos de SN son muy fáciles de distinguir, pero no me quiero alargar con eso ahora y ya lo trataremos en una próxima entrada más adelante. Como hemos visto, con pequeños instrumentos somos ya capaces de observar un gran número de fenómenos, basta con estar atento a lo que sucede sobre nuestras cabezas ...

 


viernes, 1 de agosto de 2025

... y de nuevo Betelgeuse: podría ser doble

Nuestros lectores recordarán que durante la pandemia dedicamos varias entradas en este blog para hablar de Betelgeuse. Vale la pena recordar que Betelgeuse es una estrella muy brillante y conocida del cielo de invierno, en la constelación de Orión. Se trata de la supergigante roja más cercana al Sol (algo más de 500 años luz) y la gran candidata a ser la próxima supernova que explotará en nuestra galaxia. Para hacernos una idea, hay que tener en cuenta que Betelgeuse es una estrella muchísimo más grande que el Sol (unas ¡1000 veces!) y mucho más masiva (20 masas solares), de ahí lo de supergigante. Lo de roja, se puede adivinar fácilmente: su color, distinguible a simple vista, es consecuencia de su baja temperatura superficial (unos 3500 ºC, algo menos de la mitad de la del Sol).

 

Betelgeuse and Its Stellar Companion in Orion

Foto de la constelación de Orión con la imagen en detalle de Betelgeuse y su compañera (cred.: Noirlab). 

 

Durante 2019 y 2020 asistimos a una inusual caída de brillo de la estrella, interpretada por muchos (y de manera algo sensacionalista) como la señal de que Betelgeuse estaba a punto de explotar. Como ya explicamos en su momento, simplemente se trató del oscurecimiento del disco de la estrella causado por el paso, en nuestra línea de visión, de material expulsado de su atmósfera. Este tipo de objetos sufren grandes pérdidas de masa durante sus fases finales. Pues bien, durante este periodo fue muy observada y ya hubo algún científico que propuso que Betelgeuse podría tener una compañera. Sin embargo, observaciones llevadas a cabo con los telescopios espaciales Hubble (óptico e IR cercano) y Chandra (rayos X), no detectaron nada.

 

 

Observaciones llevadas a cabo en 2020, donde no se puede observar la compañera al encontrarse en la misma línea de visión que Betelgeuse, y en 2024, donde, en su máxima elongación, sí se ha podido detectar (en la posición marcada con la flecha). Para darnos una idea de la gran resolución de la imagen se muestra lo que ocupa 1" (Imagen tomada del artículo original, Howell et al, 2025 ApJL 988, L47).

 

Recientemente, un equipo de astrofísicos americanos usando uno de los mayores telescopios del mundo, el telescopio Gemini Norte, de 8,1 m, situado en el Observatorio de Mauna Kea (Hawái) ha podido detectar lo que parece ser una estrella compañera de Betelgeuse. Para ello han usado el instrumento 'Alopeke (zorro en hawaiano) que permite tomar imágenes de gran resolución en el límite de difracción del telescopio, al eliminar la distorsión que la atmósfera produce. Para ello se ha utilizado la técnica denominada imagen de moteado (speckle imaging en inglés), que consiste en la toma de muchas imágenes de muy corta exposición (del orden del milisegundo) y su posterior procesado. Se trata de un procedimiento muy similar al que usamos los aficionados en fotografía planetaria. De esta manera el llamado "seeing", la turbulencia que la atmósfera produce desenfocando en parte las imágenes, se puede "congelar". Se obtienen así pequeñas imágenes distorsionadas compuestas de puntos brillantes "speckles" (moteados) que contienen mucha información del objeto. Alineando y combinando todas estas imágenes e identificando estos patrones se consigue una imagen final de altísima resolución que alcanza el límite teórico del telescopio.

 

 

 Detalle de gran resolución de la imagen de diciembre 2024 donde se pudo fotografiar Betelgeuse con su compañera (Imagen tomada del artículo original, Howell et al, 2025 ApJL 988, L47).

 

De esta manera se ha descubierto que Betelgeuse tiene una compañera algo más grande que el Sol (una estrella de la secuencia principal de tipo F) a una distancia ínfima, de apenas 52 milisegundos de arco (mas), con un periodo orbital en torno a los seis años. Hay que tener en cuenta que Betelgeuse es tan grande que es una de la pocas estrellas del cielo que con grandes telescopios se puede resolver su disco, al contrario del resto de estrellas, que aparecen siempre con un aspecto puntual. Pues bien, el diámetro de Betelgeuse es de 40 mas, lo que quiere decir que su compañera estaba prácticamente pegada a la estrella. Que se hayan podido separar ambos objetos dice mucho de la tecnología utilizada y de lo que somos capaces de hacer. Se hicieron observaciones en 2020, sin detectar nada, y de nuevo en 2024, donde se pudo descubrir "Betelgeuse B". En este caso, de acuerdo con los modelos orbitales, parece ser que en la segunda época ambas estrellas estaban casi en su máxima elongación (la separación vista desde la Tierra) favoreciendo su observación. Hay que destacar que cuanto más másiva es una estrella más frecuente es que se haya formado en un sistema múltiple. De todas formas, tendremos todavía que esperar más observaciones para poder confirmar y caracterizar mejor este nuevo sistema binario. Seguramente volveremos a hablar de Betelgeuse.