Después de esperar 10 años, desde aquel 8 de noviembre de 2006, el esquivo Mercurio volvía a transitar por el disco solar en una poco frecuente alineación Sol-Mercurio-Tierra. Al igual que en 2006 las condiciones climatológicas no han acompañado, pero esta vez al menos he podido observar el minúsculo disco del planeta sobre un Sol entre nubes (cuando no lloviendo) en un par de ocasiones, lo justo para llevarme esta postal de recuerdo, aunque apenas sin tiempo para poder enfocar.
Como se puede comprobar, especialmente mirando a través del telescopio, Mercurio es más redondo y sobre todo más oscuro que las manchas solares, lo cual es lógico si pensamos que las manchas son regiones del Sol muy calientes (que suelen sobrepasar los 3000 ºC), y, que sólo por comparación con el resto de la fotosfera, más caliente todavía (algo menos de 6000 ºC), aparecen oscuras. El pobre Mercurio, que sufre unos cambios muy bruscos de temperatura (llegando a alcanzar una diferencia entre el día y la noche de 500 ºC), nos muestra su cara nocturna, a unos -170 ºC, que como decíamos, es bastante más fría que una mancha solar.